El Festival Internacional de Teatro en Calles Abiertas (FITECA) es una iniciativa auto gestionada que se organiza desde hace veintiún años en el barrio de La Balanza, distrito de Comas. Este festival se creó para combatir con arte y cultura los altos índices de criminalidad de la zona, fueron un grupo de artistas del lugar y los vecinos quienes se organizaron para frenar este problema.

Conversamos con Jorge Rodríguez, artista, actor, creador y organizador del festival internacional “FITECA”. La edición XXI inicia el domingo 1 de mayo en Lima, el jueves 5 estarán en Pisco, el viernes 6 en Chincha y termina el domingo 7 de mayo en El Carmen. “Todos están invitados, la casa de FITECA está abierta y a nosotros también nos encanta que nos inviten: si es que algún día quieren hacer FITECA en sus pueblos, nosotros vamos, estamos totalmente abiertos, podemos ir hasta el lugar más alejado del Perú o en cualquier parte donde nos quieran”. Esto fue lo que el gestor también nos dijo.

Después de veintiún años realizando FITECA, ¿cuáles crees serían las transformaciones sociales más significativas en La Balanza, es decir aquellas que se han dado a través del arte?

Varias, mira en esta catástrofe de realidad, hacer una pequeña actividad creativa es una ruptura contra esa inercia, es una curación, un alivio, una esperanza, es una posibilidad de algo diferente, eso es la FITECA para nuestra realidad.  Por ejemplo, los vecinos cansados de la violencia de los pandilleros del barrio plantearon como alternativa quemar a un joven pandillero ante las constantes peleas que terminaban con muertos. Nosotros en 2006, como FITECA, propusimos compartir nuestra experiencia de artistas con los niños de la zona como solución al problema, fue cuando se sumaron en esa decisión los mismos pandilleros a quienes nosotros como artistas tenemos otra manera de ver porque también hemos sido propensos a ser pandilleros ya que hemos estado toda nuestra vida aquí.

Muchos jóvenes no han terminado bien la secundaria, no tienen padre, ni madre constante, de manera que tienen inestabilidad emocional, además de no tener una economía sólida, a veces ni comen, no tienen una ropa decente, tienen muy baja autoestima,  sufren enfermedades y cargan vacíos emocionales. Entonces esa comprensión no estaba en los vecinos, tampoco estaba en las instituciones del Estado y desde el arte nosotros la pudimos entender. Es por eso que los jóvenes de las pandillas tuvieron una alianza con nosotros, iniciamos los talleres en los asentamientos humanos y eso ha generado la transformación inmediata, de la noche a la mañana, así fue que desapareció el pandillaje, ¿por qué? Porque los pandilleros estaban preocupados por sus hermanitos menores y por la gente de su barrio que tanto quieren.

Entonces, la transformación social se dio gracias al arte y la cultura de FITECA. Los vecinos se acostumbraron a no tener una iniciativa propia, solamente esperando obedecer a las autoridades y cuando nosotros les dijimos: “por qué tenemos que obedecer a esos señores que no tienen interés en nosotros, en nuestra problemática, nosotros tenemos que tomar las decisiones, tenemos que crear soluciones a nuestros problemas”, y así ya no han necesitado a los políticos como intermediarios. Ahora la población asume la propia solución de sus decisiones, tanto es así que hemos transformado una calle, que estaba totalmente descuidada, en una calle mágica.

Hay una frase que nosotros siempre decimos: “hagamos de cada calle un verso para hacer del barrio un hermoso poema”, y eso se esta haciendo, los vecinos lo están asumiendo, es una cosa maravillosa.

¿Cuándo inició la descentralización del festival y por qué fue necesaria esta acción?

Nosotros estamos muy abiertos a hacer la FITECA en cualquier parte del Perú o del mundo, solamente que los que quieran llevarlo a cabo asuman la logística. Los de Pisco nos dijeron nosotros asumimos la logística, entonces nosotros dijimos vámonos a Pisco. Los de Chincha también se enamoraron del proyecto, entonces nos vamos para Chincha, igual dijeron los de El Carmen, el pueblo de los tambores, y allí estaremos.

La FITECA es del mundo, es de todos, no tenemos fronteras, en Cusco nos dijeron: nosotros organizamos toda la parte logística, entonces fuimos a Cusco, lo hicimos hace dos años, estuvimos en el Valle Sagrado, Pisac, Urubamba y Ollantaytambo.

La idea es descentralizar, porque la cultura es para el universo humano y el universo humano es uno solo. Esa es la razón porque nosotros nos hemos abierto a provincias y podemos ir a todas las que se puedan. También hemos hecho un día de FITECA en París, chiquito y hermoso con amigos artistas de la capital francesa. Ahora estamos pensando llevar FITECA a México en noviembre de este año, nuestros amigos mexicanos están emocionadísimos.

¿Qué motivó la creación y motiva la continuidad del festival?

Sabemos que la cultura genera una alegría increíble, que es el sentido de la vida y nosotros nos divertimos desarrollando esta actividad.

Es tan precioso descubrir la historia de los vecinos, lo importante que son ellos, cómo van aportando con cosas tan bonitas como es el pututo, que lo trajo un vecino del Cusco. Un día lo usamos porque no había luz eléctrica en ese entonces, ni plata para las pilas que se ponían en el megáfono, entonces convocamos a la asamblea con el pututo. Los vecinos antiguos del barrio se acuerdan de eso y que bonito que hagamos algo que se hacia en el antiguo Perú, con una herramienta que ha servido y sirve todavía en nuestros días.

¿Por qué seguir apostando en la cultura sin un subsidio estable que lo respalde?

La cultura no la hace el Estado, la cultura la hacen los seres humanos, los pueblos, los vecinos, nosotros hacemos la cultura, no las oficinas del Estado, ellos tienen el rol de facilitar el desarrollo cultural de los pueblos, ellos no tienen que imponer sus ideas o manipular a la población, ellos tienen que decir cómo van a orientar y facilitar los caminos que se propone el pueblo, para eso son elegidos, pero ellos no pueden decidir, ellos no hacen cultura, ¿quién dice que el Ministerio de Cultura hace la cultura? no, ellos tienen que ser facilitadores, la cultura la hacen los pueblos, los vecinos, la gente, la comunidad por la lucha de la felicidad.

¿Qué es la cultura? La creatividad de inventar la felicidad de todo un pueblo. La cultura no es ese libro famoso de un tipo que nadie lo lee, esa no es nuestra cultura, de repente Mario Vargas Llosa puede ser famoso para la gente que lo lee, pero en mi barrio nadie lo lee y ¿por qué va ser nuestra cultura?, no es nuestra cultura, nuestra cultura son otras necesidades, otros divertimentos, otra estética, no necesariamente ellos, yo respeto a estos artistas consagrados pero aquí en el barrio también somos artistas.

Estuve en un ensayo de unos jóvenes de mi barrio, ¡qué bonita creación!, me he sorprendido porque nunca habían creado sus propias canciones, además de producirlas. El tema de la identidad es consciente y qué lindo suena. Ahora están convencidos que van actuar en la FITECA con sus canciones creadas en el mismo barrio.

¿Cuál es la participación de los vecinos durante el festival?

Es fundamental ya que esta es una iniciativa de los vecinos, pero como en todas partes la cultura también es una elite aquí, no todos participan, la mayoría está en el fútbol. En el barrio hemos aprendido y entendido que hay vecinos para la religión, para el fútbol, para la chamba dura, para la parte intelectual, para la política y para el arte, entonces nosotros somos ese pequeño sector.

No pretendemos jamás que todos los vecinos vayan a entrar en el arte y la cultura, esa es una distopía, no es posible. La FITECA es el sector cultural del barrio de La Balanza en dónde la mayoría son jóvenes vecinas y vecinos que participan en este proceso.

Alguna experiencia particular que nos puedas contar de cómo el festival ha cambiado la vida de alguno de los vecinos.

¡Guau! Muchísimas, por ejemplo tenemos una vecina que era muy tímida, tenía la  autoestima muy baja y muchos prejuicios raciales pero entró al teatro y allí vemos técnicas de cómo desinhibirse, liberarse de prejuicios, todas esas cosas. Ella al pasar por todo eso, se volvió una actriz, después se volvió dirigente, después se volvió una líder y ella ahora está totalmente transformada; cuando ella hizo de un personaje burgués llena de collares, bien pintada, bien maquillada, su hija dijo “ella no es mi madre, la que yo conocí”, la señora se sentía muy libre, muy segura, muy feliz, muy dichosa de lo que estaba haciendo, se transformó y nunca más retrocedió, nadie la para, está comprometida con diversas actividades sociales.  Así, muchas vecinas y vecinos el teatro les ayudó increíblemente, que es lo que nosotros hacemos básicamente y también ayuda a los jóvenes que se involucran en esta actividad artística.

¿Qué pasó con el festival durante la pandemia?

Sentimos que nos cortaron las manos, en el primer año de pandemia hicimos el festival igual que los años anteriores. Sin embargo, todos los grupos de los eventos culturales que hay en Lima se habían retraído con todo el tema de la enfermedad, cerraron sus actividades pero nosotros no, ¿por qué tenemos que cerrar? Entonces fuimos los primeros que hicimos la FITECA de manera virtual y presencial a la vez, por ejemplo los grupos de México actuaron pero desde su país en directo, los de Colombia y los de Lima también, o sea varios grupos estuvieron actuando en vivo. En el segundo año de pandemia hicimos actividades de encuentro presencial, obviamente bien protegidos y también hicimos un pasacalle. Nos atrevimos hacer pasacalle pero sin avisar a los vecinos, porque lógicamente si nosotros les avisábamos podían ir y contagiarse, entonces decidimos a manera de sorpresa realizar el pasacalle y los vecinos salían por las ventanas sorprendidos  diciendo “oh FITECA, FITECA”. A su vez, hicimos las entrevistas a nuestros compañeros de FITECA, algunos actuaron en vivo, no paramos. Lo que si tenemos muy claro es que la cultura básicamente es presencial, porque las transformaciones se hacen en la realidad, en la práctica, hacerlo virtualmente tiene sus limitaciones, nosotros lo hemos hecho virtual pero no es lo mismo, el caso cultural tiene que ser la convivencia en vida, porque las transformaciones se hacen en la práctica de la realidad.

¿Cómo afectaron estos dos años de Pandemia en la transformación social que gestaron durante la continuidad del proyecto?

Hubo un temor en los vecinos, las noticias diarias sobre la covid-19, las veinticuatro horas del día, ocasionaron un gran temor. Además muchos vecinos están con pena porque han perdido a sus familiares durante la pandemia y, bueno, la cultura exactamente busca eso, reivindicar de nuevo la actividad humana, porque ante este flagelo de dos años de muerte, la cultura reivindica la alegría, el transformar, el dinamizarse, aprender, consumir en vivo  lo que el otro produce, solidarizarse, construir. El arte es la vida, pero la vida con alegría, la cultura te da eso, contrario a la muerte, la muerte es inercia, es parálisis, es tener miedo, es no hacer nada. Es urgente hacer este tipo de eventos ya que el paciente necesita reivindicar la vida y actividades como estas deberían ser apoyadas ¡ya! y no lo están siendo. Ahora a semana y media no hay nada concreto sobre la participación de las autoridades, nosotros estamos preparados pero de todas maneras no es justo que las autoridades no brinden apoyo.

¿Qué se viene para esta edición XXI?

Participarán grupos de Colombia y México. Uno de ellos, trata el tema de la identidad que reivindica a sus ancestros, mediante el ejercicio de circo, ellos se presentan en la fecha de inauguración del festival, el 1 de mayo. El mismo día se presentará Aainjaa un grupo de tamborileros de Colombia, considerados como unos de los mejores del mundo. Participan además grupos locales, habrá un pasacalle por todo el barrio, buscando conectarnos a través de un ritual al pututo. A continuación, pediremos el permiso a las montañas, a la naturaleza y a la vida, mediante un ritual donde invitaremos a todos los vecinos y dirigentes a participar. El 4 de mayo, último día en Lima, se cierra el festival con Kimbafá; posteriormente, el 5 de mayo nos vamos a Pisco, el 6 estamos en Chicha y el 7 cerramos en El Carmen con nuestros amigos afroperuanos. No buscamos los aplausos o el impacto, simplemente lo que hacemos es ser nosotros, libremente sin obligaciones, sin sentirnos en competencia, porque no estamos compitiendo con nadie, solamente con nuestra libertad y con nosotros mismos, nuestro camino es simplemente retomar la expresión.

¿Cuáles son las gestiones que desarrollan para recaudar fondos?

Estamos vendiendo polos y afiches de la FITECA, pero no alcanza para lo básico que es la comida, el transporte, los gastos diarios, y para pagar a la gente que viene aquí a tiempo completo, tampoco para las cosas de oficina que se acaban siempre, además tenemos que cubrir los temas domésticos como pagar los servicios de agua, luz e internet, necesarios para que el evento pueda desarrollarse. Para cualquier tipo de apoyo económico nos pueden escribir al email de la gran marcha de los muñecones, grupo que impulsa el festival, el correo electrónico es: lagran_marcha@yahoo.com

Finalmente, ¿por qué FITECA se ha posicionado como referente cultural dentro y fuera del país?

No buscamos ser un referente, simplemente somos lo que somos, vecinos que se expresan y si somos un referente quizás sea porque existen pocas actividades honestas, FITECA quizás sea una de ellas. Nosotros solo queremos seguir expresándonos como vecinos, quienes tenemos una historia que no la vamos a olvidar, tenemos una ancestralidad y no vamos a dejar de descubrirla, así como nuestra memoria. Hay una frase que nos describe “cuanto más profunda es la memoria, más alta la utopía y mas brillante el presente”, vamos a escarbar toda nuestra ancestralidad con lo mejor de nuestra historia para soñar más alto siempre.

Fotos: Jean Paul Merino y Carina Escudero

Entrevista: Carina Escudero